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miércoles, 8 de julio de 2009


Un 8 de julio, pero de 1839, nació el que está considerado como el hombre más rico de la historia
- ¿El tío Gilito? –preguntará el lector avispado.
(Pues no, porque he dicho hombre, y el tío Gilito es un pato)
Hablamos de John Davison Rockefeller.


Este empresario norteamericano, fundador de la petrolera Standard Oil (hoy ExxonMobil) supo hacer prosperar su industria a base de absorber competidores, lograr descuentos con los ferrocarriles y quizás otros chanchullos (Ninguna persona se hace rica por las buenas, así que, sin acusar de nada a nadie, ponemos a su fortuna algunos interrogantes).

Lo que si es cierto, es que el señor Rockefeller trabajaba más horas que un reloj y su estrés profesional llegó a tal extremo que a los 53 años parecía un viejuno. Los más costosos y modernos tratamientos no lograron que recuperase la salud.

Viendo peligrar su vida, decidió aflojar su carga de trabajo, alimentarse mejor y, sobretodo, descansar más. Y así, logró alargar su vida algunos años más; concretamente… ¡45 años más!

Lo que nos da pistas bastante claras que no es el trabajo ni el dinero lo que alargan la vida, sino el descanso, alimentarse bien, trabajar poco y, claro está, ser inmensamente rico.

¿Y cómo llegamos a ser inmensamente ricos? (Eso, eso, vamos a lo que nos interesa). Rockefeller nos dejo estas palabras:

El crecimiento de un gran negocio es simplemente la supervivencia del más apto... La bella rosa estadounidense sólo puede lograr el máximo de su esplendor y perfume que nos encantan, si sacrificamos a los capullos que crecen a su alrededor. Esto no es una tendencia maligna en los negocios. Es simplemente el resultado de una combinación de una ley de la naturaleza con una ley de Dios.

¡A sacrificar capullos!, se ha dicho.

1 Opiniones profundas:

Daría dijo...

No hace falta ser rico para querer sacrificar capullos, oi? ¬¬

En fin, gracias por la info, uns besets a repsrtir XD

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