Pa’lante

viernes, 18 de diciembre de 2009


Tal día como hoy, más de cuatro millones de botas alemanas daban un paso al frente. Lo hicieron acompañadas de unos cuatro mil tanques y otros tantos aviones. Juntos, formaban el frente de guerra más grande conocido por la historia de la humanidad: 1.600 kilómetros, desde el Báltico al Mar Negro.

Se daba así por iniciada la Operación Barbaroja, o lo que viene a ser lo mismo, el ataque nazi a la URSS.

Como recordaran nuestros lectores (doy por supuesto que tenemos 2 lectores) Hitler y Stalin (que NO son lectores nuestros) habían firmado el pacto de no-agresión (entiéndase por “no-agresión” el reparto de Polonia), también llamado pacto Molotov-Von Ribentropp (clic aquí para servirse un cóctel Molotov).


A menudo se centra estas maldades en el ejército alemán. Bien cierto es que ellos eran la fuerza mayoritaria, no conviene olvidar a los aliados que iban con ellos y que, si bien a menudo eran un estorbo más que una ayuda, también tuvieron su parte de pastel en la conquista y en la aniquilación.

Iban pegados a las botas alemanas: Finlandia, Italia, Rumania, Hungría, Eslovaquia y Croacia.

El führer jugando al Risk

Fue precisamente Italia y los aires conquistadores de Musolini los que, en primer lugar, retrasaron la operación Barbaroja. Hitler, para evitar el frío ruso había previsto el avance sobre la frontera soviética para el quince de mayo (cumple de su dentista) pero Benito conquistó la terrible plaza de Somalia (concretamente, conquistó la plaza, el estanco y la tienda de ultramarinos) y luego padeció humillantes derrotas en Grecia (quería un yogur). Hitler tuvo que “bajar” por Europa a echarle una mano cerca del Egeo.

También Yugoslavia se alzó contra su gobierno pro-alemán, y el ejército del III Reich tuvo que pararse en el Adriático a imponer de nuevo su yugo (y para hacer la colada).

Todo ello, unido a que el Primer Mariscal de campo había perdido la llave del almacén de tanques, retrasó la operación.

Cuando las botas alemanas se pusieron en marcha ya era el 18 de diciembre. El frío y la derrota los esperaba en el corazón del enorme oso soviético.

Advertencia a los lectores: este post contiene algunos datos erróneos, como que Musolini invadió Grecia por un yogur. Recientes averiguaciones hablan de una posible intolerancia a la lactosa como explicación a la eterna mala leche del Duce.



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