El aristócrata del cine

lunes, 2 de noviembre de 2009


En la historia del séptimo arte ha habido muchas personas que, buscando hacerse un hueco, se han emparentado con supuestas casa reales o apellidos nobles. Luchino Visconti, no.

Visconti era, realmente, miembro de la alta aristocracia (descendía de la familia que reinó en Milán hasta el siglo XV). Quizás hubiese podido pasarse la vida tocándose las narices. Pero la literatura, la música, el teatro y más tarde el cine, le conmovían. E intento trasladarnos esa emoción.


Subió a los escenarios teatrales clásicos atemporales de Pinter, Chejov, Miller, Williams, Sartre, Shakespeare, Goethe o Goldoni.

Montó representaciones operísticas de Bellini o Verdi para la gran diva, Maria Callas

Y dejó obras maestras del cine como Rocco y sus hermanos, La caída de los dioses, o El inocente; adaptando totems sagrados como Thomas Mann (Muerte en Venecia) o Dostoyevski (Noches blancas).

Luchino Visconti

Es evidente que el apellido abre muchas puertas (entre ellas, pase VIP para óperas, teatros y salones de mentes talentosas como D’Anunzio, Moravia o Giacomo Puccinni). Y es evidente que acercarse a avanzados a su tiempo como Jean Renoir o Rossellini, ayudan a elevarlo a uno. Pero no todos los que tienen los medios para este acceso cultural logran hacer algo de mérito (la mayoría de ricos aristócratas, no llega a hacer nada en toda su vida, aparte de coger polvo). Luchino Visconti, sí.

Desde este humilde espacio, recordamos que hoy seria su cumpleaños.



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