Locura

jueves, 5 de noviembre de 2009

El post de hoy es un post curioso.


Tal día como hoy, en el año 1615, nacía el sultán Ibrahim I. Llevó las riendas del Imperio Otomano desde 1640 hasta 1648, sucediendo a su hermano Murad IV, que había muerto.

Ibrahim estaba loco, y no, esto no es una expresión, estaba realmente mal de la cabeza y así se le conocía, como el Loco; de hecho se cree que fue la pena por la muerte de su hermano la que desencadenó su locura, aunque Murad desde luego no habría sentido lo mismo de ser él el superviviente, pues para ahorrarse disgustos y peleas por el trono, ordenó en vida matar a sus otros hermanos y, en su lecho de muerte, pidió la ejecución de Ibrahim, aunque esta no se llevó a cabo.

Ibrahim el Loco

La locura venía de familia: el padre era demente también y de Murad, aunque nunca mostró signos evidentes de locura, nadie diría que no estaba algo ido, pues amaba y odiaba por igual a las mujeres (a algunas concubinas las mandó ahogar por cantar en un prado) y era extremadamente severo (patrullaba él mismo las calles de la ciudad y si veía a alguno de sus soldados fumando o bebiendo lo mataba allí mismo).

El caso es que el bueno de Ibrahim, a quien no mataron porque estaba demasiado loco como para ser una amenaza, estaba obsesionado con las mujeres gordas, muy gordas, obesas. En cierta ocasión le trajeron como presente una mujer muy obesa de Georgia o Armenia, y quedó tan complacido que le entregó una cuantiosísima pensión e incluso una gobernación. Además, el pobrecillo daba otros signos de locura como por ejemplo el ahogar a 280 concubinas en el Bósforo debido a un rumor que le llegó sobre que ellas se relacionaban con otro hombre o el alimentar a los peces que vivían en la piscina de palacio con monedas.

En cuanto a la política y a llevar el Imperio resultó ser bastante inútil, la madre del fallecido Murad casi gobernaba por él, pero eso sí, era muy aficionado a destituir y matar visires. Finalmente y como era de esperar, creo yo, lo depusieron y asesinaron.

Y este post se queda aquí como prueba de que la historia está plagada de anécdotas divertidas sobre gente de la que nunca habíamos oído hablar.

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