martes, 15 de septiembre de 2009
Gilles de Rais
Unos años después, al volver de la guerra, raptó a la que sería su esposa y tras siete años de matrimonio tuvieron a su hija Marie. Tardaron tanto debido a las tendencias homosexuales de Gilles, así que ella y la niña le abandonaron, aunque él no le concedió importancia.
Conoció a Juana de Arco, que lo maravilló tanto que se convirtió en su protector y ganó con ello numerosos títulos como el de mariscal de Francia.
Hasta aquí todo normal, pero Gilles no era un noble más. Cuando Juana murió, Gilles perdió su condición de mariscal y se aisló en su castillo de la Betaña, donde la falta de la guerra, en la que podía descargar sus instintos violentos, y la de Juana, a la que creía el mismo Dios, le fue perturbando. Gastaba más que ganaba y estando a muy poco de la bancarrota se refugió en la alquimia y la magia negra. Debido a esto comenzó a participar en rituales y sacrificios humanos, siempre de niños pequeños o adolescentes. Les atraía prometiéndoles una vida mejor pero luego pasaban a ser torturados y asesinados cruelmente. Los violaba, los desmembraba, los torturaba, los destripaba, los degollaba, los decapitaba... y alcanzaba el climaz sexual con estos actos. Luego decoraba sus cabezas y organizaba concursos para decidir qué cabeza era la más hermosa.
Tras su captura se mostró muy arrepentido y lo confesó todo, pero fue condenado de todos modos y decapitado el día 26 de octubre.
Gilles de Rais me recuerda a Erzsébet Báthory: nobles, demasiado poderosos, perversos, perturbados... A estas cosas puede llegar la gente cuando no se la educa bien y cuando se le concede tanto poder.
1 Opiniones profundas:
No creo que fuese cuestión de educación, sino de que este hombre, como Elizabeth Bartory o como tantos otros, no estaba muy en sus cabales...
Em cualquier caso, muy instructivo
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