Lima limón

domingo, 20 de septiembre de 2009


Hoy los Viajeros en el Tiempo zarandeamos el pañuelo (¡limpio, por Dio!) al viento para saludar a otros viajeros. El 20 de septiembre de 1519, Fernando de Magallanes (portugués de nacimiento pero currante del Rey de España por aquellos años) zarpaba de Sanlúcar de Barrameda al frente de cinco navíos: Trinidad, Victoria, San Antonio, Concepción y Santiago; con una tripulación total de 234 hombres; con un objetivo: dar la primera vuelta al mundo.


De Sanlúcar pasaron a las Canarias (donde retrocedieron sus relojes una hora) y siguieron la costa africana hacia Sierra Leona, allí, dieron un golpe de timón y el 13 de diciembre llegaron a Río de Janeiro donde, (tras un partido de fútbol) siguieron la costa hacia el actual Río de la Plata (que por entonces era de oro). Durante el invierno una escasez de víveres (en especial de turrón de alicante), se produjo un motín. Magallanes la sofocó (condenando a muerte a algunos de los cabecillas o abandonado a otros en tierra, sin GPS). Llegada la primavera y el buen tiempo, siguieron la costa hasta el estrecho de Magallanes (que por entonces aún no tenía nombre). Lograron cruzarlo y llegar al Pacífico (se ve que hay un cartel que lo indica). Ya sin víveres, con el agua dulce podrida y sin ratas para comer, los marineros padecieron hambruna y escorbuto (mal muy habitual por aquellos tiempos debido a la falta de cítricos). En marzo de 1521 llegaron a las islas Malucas (entrando en tropel en sus supermercados y prostíbulos). En la isla filipina de Mactán, Magallanes falleció durante una batalla con una tribu local (incidente provocado por un chiste malentendido). Fue entonces cuando Juan Sebastián Elcano tomó las riendas (es un decir, porque no iban a caballo, sino en barco) y logró volver. Llegó a Sevilla en julio de 1522, con un solo navío y 17 marineros. (Lo cual ahorró al Rey muchas “primas por objetivos” y desesperó a la aseguradora de los barcos que quebró).


El estrecho como nunca lo puedo ver su “descubridor”


La moraleja de este viaje es: nunca olvides los limones porque, por más amarga que sean las penalidades, nunca lo serán tanto como pillar escorbuto.


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