Ejecución chapucera

miércoles, 9 de septiembre de 2009

María Estuardo, prima de Isabel I de Inglaterra, fue reconocida como reina de los Escoceses en Stirling tal día como hoy de 1543.

Estaréis pensando que este es otro post más sobre la aburrida vida de una reina... pues no, no lo es. Puede que su vida, llena de matrimonios, abortos e intensos avatares políticos os suene y os sepa a poco pero no estoy aquí para contaros la vida, sino la muerte.

Y como aquí somos todos muy morbosos no lo retrasaré más y os explicaré qué le ocurrió. Empezaremos recordando que fue condenada a muerte, pues estaba al parecer implicada en unas cuantas conspiraciones para asesinar a su prima, la reina Isabel como ya hemos dicho. El caso, es que fue acusada de alta traición y se ordenó su decapitación.

Y aquí viene lo bueno: que yo recuerde, es la decapitación peor llevada a cabo por ningún verdugo: se supone que las hachas con las que se realizaban estas ejecuciones estaban bien afiladas, lo que reducía en muy gran medida la agonía del decapitado (porque, damas y caballeros, la decapitación duele). Pero al verdugo de María Estuardo se ve que se le olvidó llamar al afilador e hicieron falta tres fatídicos golpes de hacha para separar la cabeza del cuerpo.


Suena mal, y experimentarlo en las propias carnes tiene que ser peor, y se dice además que la Estuardo, tras el primer corte lanzó un hondo y prolongado quejido. El verdugo tuvo incluso que cortar la piel y algunos tejidos con un cuchillo porque la condenada cabeza no terminaba de desprenderse. Todo esto ante el horror de los invitados y de la propia condenada, que se quejaba, claro.
Pero ahí no termina la cosa. Cuando el desafortunado ejecutor cogió la cabeza de la reina se le resbaló de entre los dedos desvelando que era calva, pues su peluca se le quedó en las manos literalmente. Además, y por si fuese poco, la reina llevaba un fastuoso vestido rojo para emular que moría como mártir católica, y sucedió que segundos después de la decapitación, su pequeño perrito, al que llevaba escondido entre las faldas, salió de allí corriendo ensangrentado y ladrando de terror horrorizando a los testigos.

Personalmente me resulta no sólo curiosa sino muy divertida la historia en cuestión.

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